
Ángel Hernández
Xalapa, Ver., 28 de octubre.— Entre flores, veladoras y el eco de campanas, miles de fieles se congregaron este 28 de octubre para celebrar al apóstol de los casos difíciles, San Judas Tadeo. En cada mirada, una promesa; en cada paso, la gratitud de quienes aseguran haber recibido un milagro.
Doña Zenaida Rojas llegó temprano acompañando a su madre. “Le pedí al Señor que le mande el alivio y la ayude a seguir adelante”, cuenta con voz pausada y los ojos humedecidos. “Al verlo aquí me sentí tranquila, en paz”, dice mientras sostiene una pequeña imagen del santo.

A unos metros, una madre sostiene de la mano a su pequeño, vestido con túnica verde y dorada. “Fue una promesa —explica—, mi hijo no quería comer, y le pedí a San Juditas que me ayudara. A los pocos días empezó a comer bien, y por eso vine a agradecerle”. Su sonrisa lo dice todo: la fe se cumple con hechos.
Para los jóvenes, esta fecha también representa un encuentro profundo con la esperanza. Mario Alberto Alejo Torres, integrante de un grupo parroquial, comparte que esta celebración “empezó muy pequeña y hoy llena la parroquia. La fe del pueblo es enorme. En enfermedades o casos difíciles, la gente viene y encuentra consuelo”.

A su lado, Citlalli Soto Rivas, también creyente y parte de un grupo juvenil, destaca el papel de las nuevas generaciones: “Los jóvenes estamos dando una buena respuesta. Hay mucho amor, mucha energía. Aunque muchos no creen, hay quienes seguimos firmes. Es bonito ver cómo los niños vienen vestidos de San Judas, cómo crece la fe en ellos”.

Desde días previos, peregrinaciones de distintas colonias llegaron con estandartes, flores y música. Anoche, la misa de Gallo reunió a cientos de fieles que llenaron la parroquia entre cantos, rezos y lágrimas.

Así, entre rezos y veladoras encendidas, San Judas Tadeo vuelve a unir a las familias, a los creyentes y a quienes buscan un milagro o simplemente agradecer por uno más de los días concedidos.
Porque para muchos, este 28 de octubre no solo es una fecha en el calendario, sino una cita con la fe que no se rinde, con la esperanza que no se apaga y con el santo que, dicen, nunca deja sin respuesta a quien le reza con el corazón.
