
Ángel Hernández
Xalapa, Ver. — Con colores, formas abstractas y materiales reciclados, la comunidad disidente de Xalapa transformó un espacio en un lienzo colectivo que habla de resiliencia, memoria y pertenencia. El mural, gestionado por el Centro de Integración Juvenil (CIJ) Xalapa y realizado en el marco de la convocatoria Tequios y Murales por la Paz del Imjuve, fue posible gracias a la organización autogestiva de artistas y jóvenes que decidieron reapropiarse de su ciudad a través del arte.

Masciel Contreras, artista disidente y facilitadora del proyecto, explicó que la idea surgió de la necesidad de visibilizar experiencias que han sido históricamente marginadas. “Durante mucho tiempo se nos ha rechazado o invisibilizado en ciertos espacios. Con este mural quisimos reapropiarnos y hacernos notar desde nuestras vivencias. Aunque la disidencia nos atraviesa, seguimos siendo humanas, seguimos siendo parte de la sociedad”, expresó.

El proceso, que se extendió por más de dos meses, se construyó con técnicas sobre losa y materiales recolectados en los propios hogares de los participantes: pinturas, mosaicos, pinceles y creatividad. “Fue un proyecto autogestivo. Nos organizamos con lo que teníamos, porque lo importante era plasmar nuestra voz en común”, relató Contreras.

El mural también es un testimonio del dolor y la resistencia. Durante su planeación, la comunidad se vio marcada por el transfeminicidio de una de sus integrantes en Xalapa, hecho que influyó en la carga simbólica de la obra. “Ese acontecimiento impactó mucho en cómo queríamos representar este mural. No podíamos ser ajenas a la violencia que atraviesa nuestras vidas”, compartió la artista.

Más allá del resultado visual, el valor de la obra radica en el proceso colectivo. “La comunidad y los procesos comunitarios nos dan identidad y pertenencia, pero también nos hacen entretejernos, empatizar y sensibilizarnos. Eso es lo que más me gusta: que se construyó entre todas y todos”, añadió Contreras.
El mural, ahora visible para la ciudadanía, no solo embellece el espacio, sino que recuerda que la diversidad forma parte viva del tejido social xalapeño. Su mensaje es claro: la disidencia existe, resiste y exige reconocimiento.
